Cuando
conducimos un vehículo, lo que aporta valor fundamentalmente es el
desplazamiento, si bien, no deja de ser importante el confort, seguridad,…
Desde el punto de vista del desplazamiento únicamente aporta valor el gasto energético en:
Los despilfarros (mudas) son:
Estar parado delante de un semáforo, no
aporta valor, por eso cada vez más proliferan por doquier las rotondas. Para
que el tráfico sea más fluido. En una rotonda bien diseñada pueden estar en movimiento
varios coches a la vez, siendo previsibles todos sus giros.
Pero más penoso que estar parado delante
de un semáforos o atasco, es por encima consumir energía. Este muda se está eliminando
con la generación de coches microhíbridos. Es decir, vehículos más inteligentes
que intentan gastar sólo cuando lo necesitas. Estos vehículos tienen sistemas Start/Stop. Así cuando paras, el coche se
apaga y no consume, algunos técnicos afirman que por encima de los 3
segundos se empieza a ahorrar combustible.
Otros coches microhíbridos incluyen la frenada regenerativa. Al frenar,
reducimos la energía cinética del vehículo (e=mv2), por qué hemos de
desperdiciarla en forma de calor. Algunos coches recargan baterías, condensadores,
sistemas inerciales, gas comprimido… en la fórmula 1, a este sistema le llaman
KERS (sistema de recuperación de energía cinética). Si bien, nunca se recupera
el 100%, sí podemos recuperar una buena parte, hasta el 80%. Este sistema suele
combinarse con el anterior Start/Stop para facilitar el arranque del vehículo.
Las condiciones de conducción en Europa se
simulan con el ciclo NEDC, que se muestra a continuación.
Con un vehículo
microhíbrido, al parar dejamos de gastar energía y en las frenadas aprovechamos
esa energía (al menos parcialmente).
Además, otros vehículos, como los de inyección electrónica, cuesta
abajo no consumen energía. El motor es movido con la energía proveniente de
las ruedas.
Si además, tenemos la suerte de poseer un coche híbrido, por ejemplo a gasolina y
un motor eléctrico para recorrer unos pocos kilómetros (1 ó 2), el ahorro es mucho
mayor. El coche no sólo se apaga al
parar sino que los primeros kilómetros al arrancar son en modo eléctrico.
Optimizando así el consumo de energía. En
las frenadas recarga las baterías y en bajadas largas el coche permanece
apagado y recarga las baterías.
Otro paso más es un vehículo puramente eléctrico. Estos vehículos tienen una eficiencia
del 90%, son muy sencillos y de fácil
mantenimiento. Si bien, sabido es de todos sus puntos débiles: la autonomía
y el tiempo de recarga.
No nos olvidemos que el rendimiento de un coche de combustión, aunque nos parezca
increíble, sólo es del 30%
aprox. Esta limitación es fijada por las leyes de la naturaleza mediante el ciclo de
Carnot.
Debido a estas características no debe
extrañarnos que en un vehículo eléctrico el consumo en recorridos urbanos o
interurbanos es casi idéntico. Mientras que en uno de combustión, el consumo en
recorridos urbanos se dispara.
Ante cualquier duda no
vaciléis en consultarme.
Jesús Fdez
leanfacil@gmail.com